Ipuinak

Orrialde honetan, ipuin desberdinak agertuko dira, ipuinek gure bizitza eta sentimenduekin eduki ditzaketen loturaren adierazgarri. Ipuinen artean, haurrei bideratutako ipuinak aurki daitezke, baina helduentzako ipuinei ere tarte bat egin nahi izan diegu, gure bidean garrantzitsuak iruditu zaizkigunak.

"Los cuentos sirven para dormir a los niños y para despertar a los adultos"

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NOLA DASTATU ILARGIA



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                                                         VERDAD Y MENTIRA

 

Una vez Verdad y Mentira se encontraron en el camino.


    -Buenas tardes –dijo Verdad.


    -Buenas tardes –respondió Mentira-. ¿Cómo te va últimamente?


    -Me temo que no muy bien –suspiró Verdad-. Son tiempos difíciles para alguien como yo.


    -Sí, ya veo –dijo Mentira, echando una ojeada a las ropas harapientas de Verdad-. Parece que hace tiempo que no pruebas bocado.


    -A decir verdad, así es –admitió Verdad-. Nadie quiere emplearme hoy en día. Dondequiera que voy, la mayoría de la gente me ignora o se burla de mí. Es desalentador, te lo aseguro. Empiezo a preguntarme por qué lo soporto.


    -Exactamente, ¿por qué? Ven conmigo, y yo te mostraré cómo llevarte bien. No hay motivos para que no puedas comer opíparamente, como yo, y vestir la mejor ropa, como yo. Pero debes prometer que no dirás una palabra contra mí mientras estemos juntos.


    Verdad hizo esa promesa y convino en llevarse bien con Mentira por un tiempo, no tanto porque le gustara su compañía sino porque tenía tanta hambre que desfallecería si no comía nada. Anduvieron por el camino hasta llegar a una ciudad, y Mentira lo condujo hasta la mejor mesa del mejor restaurante.


    -Camarero, queremos las mejores carnes, las golosinas más dulces, el mejor vino –pidió, y comieron y bebieron toda la tarde. Al fin, cuando ya no pudo comer más, Mentira se puso a golpear la mesa llamando al gerente, que acudió a la carrera.


    -¿Qué clase de lugar es éste? –Protestó Mentira-. Hace una hora que le di a ese camarero una pieza de oro, y todavía no nos ha traído el cambio.


    El gerente llamó al camarero, quien dijo que ese caballero no le había dado un solo céntimo.


    -¿Qué? –Gritó Mentira, llamando la atención de todos los presentes-. ¡Este lugar es increíble! ¡Vienen a comer ciudadanos inocentes y respetuosos de la ley, y ustedes los despojan del dinero que han ganado con tanto esfuerzo! ¡Son un  hato de ladrones y mentirosos! ¡Me habrán engañado una vez, pero nunca más me verán de nuevo! ¡Tenga!        


    –Le arrojó una pieza de oro al gerente-. ¡Pero esta vez tráigame el cambio!


    Pero el gerente, temiendo por la reputación de su establecimiento, se negó a aceptar la pieza de oro, y en cambio le llevó a Mentira el cambio de la primera moneda que él afirmaba haber dado. Luego llevó al camarero aparte, y lo acusó de pillastre, y amenazó con despedirlo. Y por mucho que el camarero insistía en que ese hombre no le había dado un céntimo, el gerente se negaba a creerle.


    -Ay, Verdad, ¿dónde te has escondido? –Suspiró el camarero-. ¿Has abandonado a los trabajadores?


    -No,  estoy aquí –gruñó Verdad para sus adentros-, pero el hambre me nubló el juicio, y ahora no puedo hablar sin romper la promesa que hice a Mentira.


    En cuanto estuvieron en la calle, Mentira soltó una risotada y palmeó a Verdad en la espalda.


    -¿Ves cómo funciona el mundo? Me las apañé muy bien, ¿no crees?


    Pero Verdad se alejó de su compañero.
    -Prefiero morirme de hambre a vivir como tú –dijo.


    Y así Verdad y Mentira siguieron cada cual su camino, y nunca más viajaron juntos.


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                                  PEIO ETA ANIMALIAK



Peiok, 4 urte zituen, zuek bezala, eta mendian zegoen baserri handi baten bizi zen.
Egunero, oilarraren kukurrukuarekin esnatu bezain pronto, arineketan eskatzera jaitsi eta aitite eta amamarekin gosaltzen zuen. Aititek kortan zituzten behien esnea ematen zion, eta esne zuri-zuri hori, asko gustatzen zitzaion peiori! mmmm
Horrez gain, peiori izugarri gustatzen zitzaion bere animaliak pozik ikustea, eta horretarako egunero zaintzen zituen: jaten eman, esnea jetzi, garbitu, arrautzak jaso, beraiekin jolastu… baina …batez ere, animaliek kontatzen zituzten istorioak entzutea zuen gustoko!
Lehenengo, oiloengana jotzen zuen, jaten ematen zien, eta oiloek jarritako arrautzak hartzen zituen, gero gauean tortila gozo-gozoa afaltzeko.
Arrautzak hartu ostean, korrika hurbiltzen zen kortan zituen txerritxoak agurtzera eta bidetik ardien artean ezkutatzea gustatzen zitzaion, amamak bera aurkitu ezinean zebilen bitartean.
Gainera, zaldiak eta pottokak ere bisitatzen zituen, larrean korrika zeudenean.
Animali guzti hauek zaintzeko, baserriaren inguruan, Busti, peioren txakurtxoa adi adi ibiltzen zen. Bustik animalia guztiak oso ondo ezagutzen zituen, eta bera zen peiori istorioak kontatzen zizkiona.
Behin, baserrian Peio bezalako pertsonekin bizi baino lehen, animali gehiagorekin bizi zela kontatu zion, eta bere lagun batzuk nortzuk ziren esan zion:
-          Zaldiaren antzeko animalia marradunak : zebrak
-          Basurdeak basoan bizi diren Txerritxoen antzeko animaliak
-          Oihaneko lehoiak eta tigreak: horiek bai azkarrak!
-          Putzuetan bizi ziren igelak: zenbat zarata!
-          Eta ibaian zehar ibiltzen ziren arrainak ere ezagutu zituen bustik!


-Alaaaa zenbat animalia daude munduan zehar… - esan zuen Peiok orduan-

Eta horrela, Peio gure lagunak, ikasi zuen  baserritik kanpo ere, libre eta pertsonen laguntzarik gabe, bizi diren animaliak daudela.

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                                LOS NIÑOS ESTABAN SOLOS (JORGE BUCAY)



Su madre se había marchado por la mañana temprano y los había dejado al cuidado de Marina, una joven de dieciocho años a la que a veces contrataba por unas horas para hacerse cargo de ellos a cambio de unos pocos pesos.

Desde que el padre había muerto, los tiempos eran demasiado duros como para arriesgar el trabajo faltando cada vez que la abuela se enfermaba o se ausentaba de la ciudad.
Cuando el novio de la jovencita llamo para invitarla a un paseo en su coche nuevo, Marina no dudó demasiado. Después de todo los niños estaban durmiendo como cada tarde y no se despertarían hasta las cinco.

Apenas escucho la bocina cogio su bolso y descolgó el telefono. Tomó la precaución de cerrar la puerta del cuarto y se guardo la llave en el bolsillo. Ella no quería arriesgarse a que Pancho se despertara y bajara las escaleras para buscarla, porque despues de todo tenía solo seis años y en un descuido podía tropezar y lastimarse. Además, pensó, si eso sucediera, ¿como le explicaría a su madre que el niño no la había encontrado?

Quizás fue un cortocircuito en el televisor encendido o alguna de las luces de la sala, o tal vez una chispa en el hogar de leña; el caso es que cuando las cortinas empezaron a arder el fuego rapidamente alcanzo la escalera de madera que conducía a los dormitorios.

La tos del bebe debido al humo que se filtraba por debajo de la puerta lo desperto. Sin pensar, Pancho salto de la cama y forcejeo con el picaporte para abrir la puerta pero no pudo.

De todos modos, si lo hubiera conseguido, el y su hermanito de meses hubieran sido devorados por las llamas en pocos minutos.

Pancho gritó llamando a Marina, pero nadie contesto su llamada de auxilio. Asi que corrió al telefono que habia en el cuarto (el sabia como marcar el numero de su mama) pero no habia linea.

Pancho se dió cuenta que debía sacar a su hermanito de alli. Intentó abrir la ventana que daba a la cornisa, pero era imposible para sus pequeñas manos destrabar el seguro y aunque lo hubiera conseguido aun debía soltar la malla de alambre que sus padres habían instalado como proteccion.

Cuando los bomberos terminaron de apagar el incendio, el tema de conversación de todos era el mismo:

"¿Cómo pudo ese niño tan pequeño romper el vidrio y luego el enrejado con el perchero?
¿Cómo pudo cargar al bebe en la mochila?
¿Cómo pudo caminar por la cornisa con semejante peso y bajar por el arbol?
¿Cómo pudo salvar su vida y la de su hermano?"

El viejo jefe de bomberos, hombre sabio y respetado les dio la respuesta:

-Panchito estaba sólo... No tenía a nadie que le dijera que no iba a poder.